El tenso rastro del “Aurora” en Vigo

Durante el año que se acaba de iniciar uno de los temas más abordados será, sin duda alguna, la conmemoración del primer centenario de la revolución soviética que acabó con el régimen zarista y cambió para siempre la forma en que muchas sociedades se concebían a si mismas.

El acontecimiento que marcó el inicio de este hecho histórico fue un cañonazo realizado desde el crucero “Aurora”, anclado en el puerto de San Petersburgo ( llamado entonces Petrogrado ), que era la señal esperada para la ocupación del Palacio de Invierno de los Zares por parte de los “bolcheviques”.  

Los ecos de aquel disparo llegaron de forma muy atenuada y años después hasta nuestra ciudad, pero lo cierto es que el “Aurora” no era un desconocido en las aguas de  Galicia, ya que en tres ocasiones había visitado nuestras rías y en los años 1911 y 1912 atracó en los muelles de Vigo.

Estas dos estancias fueron, sin embargo, muchos más tranquilas que la primera visita del crucero ruso a Galicia, realizada en septiembre de 1904 como parte de una flota enviada a luchar contra los japoneses en el Pacífico y que por un incidente que acabó con un pesquero inglés hundido en el Canal de la Mancha estuvo a punto de desembocar en una auténtica batalla naval junto a las Islas Cíes.

El “Aurora” en una fotografía de 1903, poco antes de su primera visita a aguas gallegas.

 El caso es que la flota zarista, necesitada de carbón y otros avituallamientos, entró después del citado incidente en varios puertos de las Rías Bajas (el “Aurora” lo hizo en la zona de Bueu) para abastecerse; las autoridades y comerciantes de la ciudad oscilaban, por su parte,  entre la bondad del negocio y la necesidad de mantener la neutralidad española entre  rusos y japoneses y sus respectivos aliados alemanes e ingleses. Y así fue como, durante unos pocos días de octubre de 1904, el nombre de Vigo fue el más repetido por los telégrafos de todo el mundo ya que se temía que la escuadra inglesa que se había apostado en la bocana de nuestra ría se enzarzara en una batalla de consecuencias difícilmente calculables con los acorazados y cruceros zaristas. Al final la sangre no llegó a la ría y una importante compensación económica de 65.000 libras esterlinas permitió que el “Aurora” y sus compañeros prosiguieran la ruta hacia el Pacífico.

 Para muchos de ellos, sin embargo, este amago no fue sino un aplazamiento de su final ya que la armada rusa sufriría una derrota aplastante cinco meses después, en la batalla del Mar de Japón, en la que buena parte de los barcos que habían podido contemplar los vigueses durante algunas de las jornadas más intensas y tensas de nuestra ciudad, fueron hundidos por los cañones nipones.

O novo Casco Vello de Vigo

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