En tiempos se llamaba calle de la Amargura vaya usted a saber porqué, y dicen que también fue General Rubín aunque por fin quedaría como Cesteiros porque desde principios del siglo XX acogió al último gremio histórico de la ciudad: el de cesteros. Llegó a haber allí hasta 8 talleres que daban trabajo a unos veinte cesteiros hasta los años 70 del siglo XX, y en tiempos anteriores podías tomar allí unos dulces en la pastelería de Arias o comprar una medalla en la platería de Varela, por no contar alguna otra ocupación licenciosa y clandestina que tras la guerra tuvo alguna de las casas. Salían de esta calle cestas de pesca o para ir al mercado, cestones para guardar la ropa sucia, nasas, “roupeiros” y hasta andadores para niños.
Texto: Fernando Franco
Fotografía: Javier Teniente
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