San Sebastián
¿Quién podía suponer hace solo un puñado de años que la rehabilitación de la Subida ao Castelo, y su extensión hacia la calle Hortas iba a descubrir calles tan pintorescas? Fueron solo 460 mts escasos pero fundamentales para comprobar que la recuperación viaria y arquitectónica del Casco Vello era ya una realidad. Sorprende dar un paseo por este entramado de calles liberadas del oprobio del paso del tiempo: Plaza de Arguelles, Baixada á Herba, Plazuela de Calatrava, esa pendiente Cruz Verde que encuentra continuidad con la Herrería y de la que parten, con orientación ascendente, la Subida ao Castelo, donde está el Centro de Artesanía Tradicional, y la calle San Sebastián. Esas escaleras que conducen al castillejo o fuerte te llevan a un hermoso parque y a unas maravillosas vistas de la ría.
A mí me gusta ver los viejos espacios con un aire nuevo pero también dejar que la memoria fluya libremente cuando paseo por estas calles. Imagino los supuestos túneles subterráneos que discurrían entre la villa y los bastiones defensivos hasta llegar al monte del Castro, aptos tanto para la huida como para mover las tropas. Oigo los ruidos de los viejos oficios de la antigua cofradía de San Sebastián, que agrupaba a toneleros, herreros, cerrajeros, plateros… en el barrio de la Herrería. O me viene a la mente el caso de Jesús, Suso, Susiño para los que le habían cogido cariño, que falleció en 2010 a menos de doscientos metros del Concello de Vigo. Murió solo, acurrucado en una casa abandonada en la Subida ao Castelo, en esa parte alta del Casco Vello que se cayó a trozos durante años de indiferencia y abandono del barrio histórico vigués.
Hoy tal zona, dedicada en su mayor parte a viviendas, ha experimentado una gran mejoría, convirtiéndose en un espacio residencial. La degradación, abandono, despoblación y marginalidad que asolaron la zona décadas atrás, especialmente las calles Ferrería, San Sebastián, Subida ao Castelo, con su punto negro de distribución de drogas, y Abeleira Menéndez dan ahora paso a una nueva imagen remozada y habitable. La lucha, sigue.
Fotografía: Javier Teniente