Plaza da Pedra
Suelos de “xabres” estables y drenantes se mezclaban con zonas toscamente empedradas, una topografía que propiciaba gradas y podiums al descender hacia el mar. Eso era aquella Praza da Pedra que conocieron nuestros ancestros, donde en la lejana Edad Media se reunían gremios y regidores a tomar decisiones con la ría como paisaje de fondo. Eso solo es memoria como memoria es aunque más cercana la de los años 50 del siglo XX, en que recordamos esa plaza ya empedrada ocupada por tenderetes en los que se vendía lo inimaginable, al calor de un contrabando que se aprovechaba de las carencias de posguerra: desde el tabaco americano a la lencería más atrevida cuando aquí andaban todavía con las bragas de perlé. Allá por el 2009 del siglo XXI la rehabilitación del lugar lo sacó de su imagen tercermundista con una gran obra que buscó digno cobijo a los antiguos puestos de puntapié. Hoy la plaza luce su esplendor con un puente que la comunica con la Estación Marítima y, en ella, el Mosquito continúa como emblema de la restauración viguesa y La Mari, al lado, como alternativa para comer bien pero sin tanta prosapia.
Texto: Fernando Franco.
Fotografía: Javier Teniente.