Nada apenas queda de aquella Ferrería con que los vigueses nombraban su barrio chino, desde los años 30 del pasado siglo. Pocos saben su vida anterior desde el siglo XVII, poblada de herreros, cerrajeros, herradores, armeros y hasta plateros agrupados en la Cofradía de San Sebastián. Hoy Ferrería y las otras calles que la entrecruzan, rescatadas de su ruina, se abren a una nueva vida con nuevos colonos urbanos allá donde antes hubo comercio carnal y mucho antes bullicio artesanal.
Texto: Fernando Franco
Fotografía: Javier Teniente