Elduayen, al cobijo de viejas sombras

El considerado punto cero de Vigo, la Porta do Sol, y su entorno está a punto de ser sometido a una importante operación de transformación, que incluye la desaparición del tráfico en superficie. No es esta, ni mucho menos, la primera operación de este tipo que experimenta la zona, aunque sin duda una de las más radicales fue la que se inició hace ahora 130 años, cuando se abrió lo que entonces se denominó como Carretera a Bayona y que con el tiempo –con algunos cambios de nombre de poca duración- sería denominada como Calle Elduayen.

La calle Sombrereiros fue en su tiempo una de las más importantes de la ciudad por la actividad de ese gremio.

Los trabajos realizados en aquel ya lejano 1887 supusieron abrir un vial que permitía atravesar Vigo sin tener que efectuar lo que entonces suponía un considerable desvío por la zona alta de la ciudad.

 

Marcado en verde el antiguo trazado de Sombrereiros.

El caso es que esta operación urbanística de la época no se libro de lo que parece una constante en todas las obras municipales de cierta envergadura: una fuerte oposición de los vecinos de la zona, que reclamaban un mayor importe de las expropiaciones ofrecidas como compensación por el necesario derribo de varias casas para conseguir este importante enlace con la zona sur de la ciudad. El tema se convirtió en una de las principales polémicas de la ciudad durante varios años, hasta que su apertura definitiva en 1890 y el paso del tiempo fue diluyendo la controversia.

La apertura se realizó sobre el trazado de una de las calles con mayor tradición gremial del Vigo antiguo: la Rúa Sombrereiros, de la que en la actualidad queda un pequeño vestigio y que a pesar de esa amputación ha mantenido una cierta tradición comercial hasta nuestros días. Posiblemente la operación de derribo necesaria para anchear el antiguo trazado y adaptarlo a las nuevas necesidades de la ciudad – que supuso también la eliminación de las calles Antequera y Soledad, así como de la capilla de la Misericordia- se vio favorecida por un incendio provocado en el mes de mayo de 1887 por dos vecinos que fueron condenados a penas de 16 años de cárcel. El fuego produjo importantes perjuicios económicos a varios propietarios y dejó en muy mal estado a varios edificios. Es posible que algunos de los afectados fueran los fotógrafos Prosperi o Pacheco, que tenían sus respectivos estudios en esta calle, así como varios abogados y albergues como el hostal Baladrón.

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