El pequeño zoo de piedra de la Alameda

Es obra del premio nacional de escultura José Luis Medina

Tres figuras fueron desplazadas a otras zonas de la ciudad

Las obras fueron encargadas por el consistorio vigués a mediados del siglo pasado.

 

 

La Alameda  no pertenece de una manera estricta al Casco Vello de Vigo, pero no es menos  cierto que forma parte del gran impulso que la ciudad experimentó a finales del siglo XIX y que, como el estirón del niño que pasa a adolescente, le obligó a replantearse su nueva situación y a dotarse de nuevos servicios. Desde esa fecha  la Plaza de Compostela, su denominación oficial, ha sido objeto de especial atención por parte de la ciudad y sus autoridades que la han dotado de distintos elementos para su ornato y decoración, como muy bien rezan unas elaboradas y artísticas placas situadas en la misma. 

Entre estos elementos se encuentra una curiosa colección de esculturas de animales, obras del escultor vallisoletano José Luis Medina que, sin  que sepamos muy bien por qué, recibió a mediados de los años cuarenta del siglo XX el encargo del consistorio vigúes para elaborar esta curiosa “animalaria” ,  visible hoy en los parterres de la Alameda, a falta de algunos intregrantes de la pétrea manada, desperdigados por otros puntos de la ciudad.

Animalista

José Luis Medina fue un escultor, dibujante, poeta y escritor  nacido en Serrada (Valladolid) en 1909. La guerra civil impidió que ocupara la plaza de profesor de dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Madrid que había ganado por oposición en 1936,  y al acabar la contienda retorna a la capital castellana donde mantiene su taller al tiempo que ejerce de profesor. Es esta época cuando recibe el encargo de la ciudad de Vigo, que concluye en 1949. Unos años después, ya en la década de los sesenta, retorna a Madrid,  obtiene una plaza en la facultad de Bellas Artes y gana numerosos reconocimientos que culminan con el Premio Nacional de Escultura en 1964. Enclavado en la corriente “figurativa”se le considera uno de los mejores artistas animalistas de Europa en el siglo XX. Falleció en 2003, dejando tras de si una profusa obra, entre la que destaca, además de sus esculturas en Vigo, el Monumento al Toro, en Valladolid.  

 

 

 

Siete figuras

Medina es por tanto el autor de esa Hiena, ese gigantesco Caracol en el que cabalga un niño, ese Cisne y esa Cabra que amamanta a su cabrito que generaciones de padres vigueses hemos mostrado a nuestros hijos en las mañanas y tardes de paseo en las que hay que echar mano de cualquier recurso para intentar distraer a las criaturas; y lo cierto es que, dejando al margen este matiz “utilitarista”, las figuras no dejan de tener su encanto y están realizadas con notable destreza. Elaboradas en granito, bien labradas y pulidas son figuras “dulces”, que demuestran un indudable dominio del dibujo, el trazado y la técnica escultórica. El grupo estaba formado también por un Oso y un par de Jirafas, hoy en los járdines del Monte del Castro, y una Oca, que ocupa un lugar destacado en el exterior del Pazo de Castrelos. Curiosamente el más fiero de todos ellos, el Oso, es el que menos respeto ha infundido a los gamberros que desprecian el patrimonio común y ha sido objeto de numerosos actos vandálicos.                                                                                                                   

José Luis Medina es considerado como uno de los grandes escultores animalistas europeos. Su obra se encuentra repartida por numerosas ciudades y museos del Estado.
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