El antiguo ayuntamiento de Vigo, precursor del eclecticismo arquitectónico

El Casco Vello de Vigo no responde a un único modelo constructivo, sino que es la suma de varias fases de desarrollo urbano, cada una de las cuales fue dejando – unas veces ocupando espacios todavía libres, otras construyendo sobre antiguas edificaciones que se derruyen o aprovechan parcialmente- magníficos ejemplos de la teoría y la práctica arquitectónica de cada una de ellas.

Fachada del edificio hacia la Praza da Constitución.

Uno de estos edificios destacados es, sin duda, el que hoy ocupa la Casa de la Cultura Galega que fue durante más de un siglo, entre 1861 y 1977, la sede del ayuntamiento de Vigo.

 El edificio, obra del arquitecto José María Ortiz e Sánchez, constituye una excelente muestra del primer eclecticismo, que pocos años después se convertiría en el estilo dominante y marcará la personalidad de las nuevas calles que se van abriendo  bajo el impulso del desarrollo económico e industrial de Vigo.

El mal estado del edificio que anteriormente hacía las funciones de consistorio alcanzó niveles absolutamente insostenibles con un incendio que lo asoló en 1851. En aquel momento se barajó incluso la posiblidad de construir la nueva casa consistorial en el lo que se denominaba “Nueva Población”, que no era sino el primer relleno que con el tiempo daría lugar a la zona de las Avenidas y a la Alameda de Vigo. Sin embargo la corporación de la época no mostraba demasiada confianza en este proyecto, que avanzaba con muchísima lentitud, por lo que se optó por utilizar el solar del que ya se disponía entre la Praza de la Constitución y de la Princesa, ampliándolo con la compra de una pequeña vivienda anexa. Las perennes dificultades económicas retrasaron el inicio de las obras, adjudicadas finalmente a José Antonio González Bernárdez en 1860 y que se prolongaron durante dos años, ya que el edificio fue recepcionado en el verano de 1862.

Decoración

La decoración del edificio en la Praza da Princesa es más sobria.

Se trata de un edificio sobrio y de estilo eclético que tiene insertados elementos clasicistas, aunque de manera contenida, sin artificios. Inicialmente fue diseñado como edificio de tres plantas, con tres vanos en cada una y una composición simétrica, con zócalo, pilastras y falso entablamento, separando cada planta con líneas de imposta, a las que se suman unas cornisas en la fachada principal. Cada planta se diferencia por su decoración, sobre todo la primera que tiene abierto un balcón principal, desde el que aún se hacen pregones de fiestas a la Praza da Constitución. El tramo central del edificio está resaltado en todos los pisos mediante pilastras apareadas, y en la planta baja destaca un almohadillado corrido. Remata el edificio una balaustrada, con un petril central en la fachada principal con el escudo de la ciudad. En la fachada que da a la Praza da Princesa la decoración es más sobria, si bien en la actualidad aparece coronada con elementos añadidos posteriormente.

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