Castillo de San Sebastián: pasea, que algo queda

¡Ah, castillo de San Sebastián, qué (poco) fuiste, qué quedó de ti y qué eres ahora! Paseo por lo que queda del Castillo de San Sebastián con José Alemany, que vive en una de sus faldas, y me pregunta para qué sirvió esta fortificación salvo, siglos más tarde, como punto de encuentro de yonkis y demás gente marginal. Alemany exagera por un lado y acierta por otro porque, puestos a simplificar, poca seguridad dio una construcción de factura tan apresurada en el XVII que, al poco de ser inaugurada, hubo de ser abandonada por el cerco del inglés ya que allí no se sobrevivía ni a media jornada de tiros de cañón.

“Aunque, veamos la parte positiva –le digo a Alemany-; no cumplió sus objetivos iniciales, pero sirvió de cuartel, de hospital militar y como tú dices, “meet point” yonki tras su derribo parcial de tres baluartes con una garita y sus lienzos o muros defensivos que los unía para construir el nuevo Ayuntamiento en los años 70”. Rehabilitado lo que queda, paseamos Alemany y yo por ese flanco norte amurallado que conserva la estampa original, con crucero que ocupa lugar de honra pero, sobre todo, admirando esas magníficas vistas al barrio histórico y a la ría. No todo ha sido en balde, no todo está perdido.

Casco Vello Vigo

Texto: Fernando Franco

Fotografía: Javier Teniente

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