Casa de Pedro Román: música y libros
Otro de los notables ejemplos de la arquitectura ecléctica que proliferó en Vigo a finales del siglo XIX es la casa que el arquitecto Jenaro de la Fuente levantó en el interior del Casco Vello para el Comerciante Pedro Román, que en la actualidad acoge la Biblioteca Central de Vigo.
El proyecto, firmado en junio de 1889, incluía la adecuación de una vivienda anterior situada en la esquina de las que por entonces eran conocidas como calle Imperial –hoy Joaquín Yáñez- y la del Desengaño – hoy Fermín Penzol. Esta reforma fue objeto de una fuerte oposición por parte de numerosos vecinos, que incluso se plasmó en una campaña en la prensa local, que sin embargo fue ignorada por la corporación de la época que dio el visto bueno a la realineación y modificación de las dos fachadas del edificio, al objeto de dotarlas de mayor uniformidad y adecuación a la nueva disposición de la calle Joaquín Yáñez.
El edificio nació con una doble función. La planta baja se destinaba al local comercial de su propietario, en tanto que la primera y la segunda, que se añadía en esta reforma, serían la sede del Casino vigúes, lo que da lugar a la paradoja de que el espacio hoy dominado por el silencio y la concentración de los estudiantes que ocupan las plazas de lectura de la biblioteca central estuviera originalmente diseñado para albergar el bullicio y la sonoridad de una sala de baile.
El edificio es en opinión de los expertos en arquitectura el que tiene un mayor sesgo clásico en el estilo eclesticista del que Jenaro de la Fuente es el mayor exponente en nuestra ciudad.
La fachada principal, la que da a la calle Joaquín Yáñez, aparece dividida en tres tramos, que se corresponden con cada una de las plantas. Cada una de ellas es distinta, aunque como señalan Antonio Garrido y Xosé Ramón Iglesias en su obra “Vigo Arquitectura Urbana”, en las tres se repite el mismo esquema compositivo que ordena el espacio a base de pilastras entre las que se sitúan grandes vanos que permitían la entrada de la gran cantidad de luz que requerían los fines, el comercial y el recreativo, a los que se destinaba.
Destaca especialmente el rico tratamiento dado a la decoración de la primera planta, en la que las pilastras acanaladas arrancan de un estilizado plinto que realza su longitud y que se rematan en capiteles de orden romano que sostienen una falsa cornisa. La molduración de los arcos y una cinta con motivos decorativos entre los capiteles refuerzan la importancia dada a esta planta.
El diseño se repite en la esquina con la calle Fermín Penzol, pero a partir de ahí se convierte en un elemento mucho más sencillo, que originariamente estaba dotado de una pequeña galería hacia la mitad de la primera planta y en la que se utilizó el tradicional sistema de enjalbegado, dejando tan sólo al aire la canteria de los vanos y cornisas para reforzar su singularidad.