CALLE REAL, LAS JOYAS DE LA TÍA PAULINA
Cuentan que en los primeros números de la calle, muy cerca de la Casa de Zeta que hoy es centro portugués, estuvo escondido durante años Ángel, un perdedor de aquella cruel Guerra Civil. Para que no lo “pasearan” allí lo tenía Paulina, con hermanas emigrantes en Uruguay que, por cierto, un día le pidieron las joyas heredadas de su madre a cambio de cederle esta casa en Vigo. Una pulsera de oro y brillantes, un rosario de plata y azabache, pendientes de oro con rubí, un collar de esmeraldas con tres generaciones en la familia… Paulina, que era la mayor, decidió enviarles en vez de joyas las cenizas maternas (¡qué mejor joya de la memoria!, les dijo) pero por medio de Ángel, al que así libraba de las manos de sus perseguidores y que, como hombre apuesto, acabó casando con una de las hermanas “uruguayas”. Al cabo del tiempo, tres hijos suyos volvieron a Vigo y acabaron heredando las joyas de su tía, que siguen ahí y nosotros hemos visto.
Texto: Fernando Franco
Fotografía: Javier Teniente