Antonio Suárez Dávila, o Cesteiro Maior
No hay duda de que una de las imágenes más aquilatadas en la memoria de los vecinos del barrio viejo en los últimos 60 años, aparte de la concatedral, es la de Antonio Suárez Dávila sentado, haciendo cestos. Vecinos que vieron cómo sus hermanos crecían en esa calle de muy turísticas visitas como a Antonio le vieron casarse, tener hijos y ahora esperar nietos entrelazando mimbres y sin salir de ella. En ese tiempo su vida mejoró, como la calle, que sin perder su esencia ha recuperado el brillo pétreo de antaño y rehabilitado sus arruinados interiores.
Y siempre, en esa misma casa a la que llegaron los abuelos portugueses en 1905 desde una aldea de cesteiros en la Serra da Estrela, en la que continuaron sus padres y en la que nacieron él y sus hermanos. Debe ser uno de los pocos cesteiros en activo, dada la devastación del trabajo que supuso la llegada del plástico o de la cestería de Taiwán, que quitó las ganas a muchos artesanos de competir en precios con ellos y malbaratar su esfuerzo. Antonio hizo reverdecer el oficio como profesor de Centro de Artesanía Tradicional de Vigo y siempre apareció como un tipo templado y pacífico que pone, hasta al mal tiempo, buena cara.
Texto: Fernando Franco
Fotografías: Javier Teniente