Del estrés a Sukha

Sukha (para conocer su significado el lector tiene dos opciones: consultar un diccionario de sánscrito que es posible que no tenga a mano o tener la paciencia de llegar al final de este artículo) es el nombre escogido por Pablo Barros Martínez para su estudio de Yoga, una de las nuevas actividades incorporadas al Casco Vello tras el concurso de adjudicación de locales comerciales llevado a cabo por el Consorcio a finales del pasado año.

Pablo Barros en el acceso de su estudio de Yoga en San Sebastían, 6.

El planteamiento que Pablo Barros da a su actividad es el de facilitar a los alumnos un método integral para conseguir encontrar la salud y el bienestar personal a pesar del estrés y el desquiciante ritmo de vida al que en muchas ocasiones nos vemos sometidos en la actualidad. Para ello insiste en que es necesario intervenir sobre tres pilares básicos –Movimiento, Salud Mental y Nutrición– buscando la correcta proporción entre ellos para lo cual realiza una entrevista inicial individualizada de cada uno de los participantes en sus cursos. Y es este tratamiento personalizado el matiz diferencial que Sukha Studio pretende implantar en su actividad, al percatarse Pablo Barros, a lo largo de sus casi veinte años como profesor en distintos gimnasios y centros de yoga, de que en muchas ocasiones las clases muy numerosas no colman las expectativas de los practicantes de esta disciplina. La idea le rondaba por la  cabeza pero, finalmente, fue la situación creada por la pandemia del COVID, que forzó el cierre de muchos centros, la que dio el empujón definitivo a su iniciativa. 

Obviamente uno de los primeros temas a resolver era el de encontrar un local adecuado, aunque en esta ocasión no se partía de cero: el responsable de Sukha Studio es desde hace ocho años residente en el Casco Vello y conocía la situación de varios de los locales comerciales existentes en el mismo. Incluso como integrante voluntario de la Asociación Cultural Casco Vello Alto había tenido ocasión de hacer llegar a los responsables políticos el interés de los residentes en que los mismos tuvieran algún tipo de actividad así que, cuando conoció la puesta en marcha del Concurso de Adjudicación, no lo dudó y presentó su proyecto y su plan de negocio. En este caso resultó adjudicatario de local situado en San Sebastián 6, su primera opción al tratarse de un local con las dimensiones suficientes para su planteamiento, que además se encuentra decorado con una estructura a base de madera que aporta calidez al ambiente de las sesiones y que, incluso, cuenta con un pequeño espacio exterior que añade luz y permite realizar algunas prácticas al aire libre.

 

Efecto barrio

Su apuesta hasta el momento se ha mostrado acertada y la afluencia de alumnos se encuentra en el rango alto de sus expectativas. Y a este hecho, que en los tiempos que corren ya es de por si significativo, se le suman dos efectos que Pablo Barros ha podido detectar y que transcienden lo puramente económico para revelar la creación de esos lazos invisibles que poco a poco forjan barrio, forjan una comunidad. Uno de ellos es que varios de sus alumnos son residentes en el mismo barrio que o bien se inician en la disciplina del Yoga o que, habiéndolo practicado ya, optan por hacerlo en un entorno cercano, cálido, conocido y que les evita problemas de desplazamiento.  El segundo efecto es el descubrimiento del Casco Vello por parte de los alumnos no residentes como un barrio moderno, seguro y con una arquitectura atractiva que rompe definitivamente con la imagen que le ha perseguido durante muchos años. Un hecho en el que coinciden las pretensiones de Pablo Barros y del Consorcio Casco Vello de Vigo y que, de alguna manera y aunque sea en un nivel muy básico, nos acerca a ese ideal estado de Sukha, que en sánscrito define – y gracias por llegar hasta aquí- la capacidad para lograr la Felicidad a pesar de las dificultades.

 

 

El nuevo Casco Viejo de Vigo

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