Benito Pérez Galdos, un testigo apasionado del despertar de Vigo

Se acaba de cumplir el centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós, uno de los más populares y afamados escritores españoles que, entre otros rasgos, siempre destacó por su impenitente afán viajero, dentro de las posibilidades de la época, y casi siempre con un billete de tercera que le permitía ocupar aquellos incómodos asientos que le descubrieron personajes y conversaciones populares que supo convertir en materia literaria.

Uno de aquellos viajes en ferrocarril le llevó en agosto de 1885 hasta nuestra ciudad, según se recoge en un artículo publicado en esas fechas en el Faro de Vigo. El mismo, una narración del trayecto entre Oporto y Vigo, no da ninguna información sobre sus actividades en nuestra ciudad, pero es, sin embargo, revelador sobre la gran impresión que la belleza y la incipiente prosperidad que le produce el que llega a considerar como “el puerto más importante de España”.

En barca

El artículo comienza con una amplia descripción de la ciudad de Oporto, para a continuación pasar a alabar el paisaje que recorre el ferrocarril hasta llegar a la frontera española en Tui. Se acaba de finalizar en ese momento el puente internacional entre ambas orillas del Miño, pero todavía no ha entrado en servicio por lo que el escritor realiza el cruce del río en una barca, a la sombra de la “vetusta ciudad de Tui”, en una travesía que no considera exenta de riesgo.

A partir de aquí el escrito se centra en su impresión sobre Vigo, que recogemos textualmente:

Galdós destaca en su artículo las obras que se llevan a cabo para dotar a Vigo de nuevos muelles.

No desmerece el paisaje desde Tuy hasta Vigo del que hemos admirado entre Oporto y el Miño. Toda Galicia es encantadora región, “separando” (sic) Pontevedra a sus tres hermanas de La Coruña, Orense y Lugo.

De buen grado os haría conocer las cuatro grandes rías de Galicia que son las de Vigo, Pontevedra, Arosa y Muros; pero me veo forzado por ahora a suspender el viaje, sin perjuicio de emprenderlo de nuevo en la próxima canícula.

Es Galicia una de las regiones más interesantes de nuestra Península, y sus rías gozan de universal fama. Son los lagos de mar, no menos bellos que los que caudalosos forman  en la agreste y riscosa Suiza.

Para mi, la más hermosa de las cuatro rías es la de Vigo, que también es el primer puerto de España  y quizás de Europa.

No se puede formar idea, sin verla, de aquella inmensa balsa de agua encalmada, que mide cinco leguas de largo y dos de ancho en algunas partes, resguardada de todos los vientos por altísimas montañas , defendida de los furores del Océano por las islas Cíes, rompe-olas natural que tapa la entrada, dejando al Norte y al Sur dos espaciosas y profundas bocas  que permiten la entrada y salida de buques en todo tiempo.

El porvenir de Vigo como punto comercial es indudable. Está llamado a ser un gran depósito y el punto de recalada de todos los buques que vienen  de América a tomar órdenes.

Nuestra apatía ha tenido en gran abandono durante muchos años este importantísimo puerto; pero de algún tiempo a esta parte ha empezado a prosperar , y al paso que se construye  allí una ciudad grande y cómoda, se emprenden obras considerables para dotarla de muelles.

Ya está terminado el ferrocarril que une a Vigo con la red general y con esta sola circunstancia ha de tomar el puerto extraordinaria animación».

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