Antonio Suárez Dávila, o Cesteiro Maior
No hay duda de que una de las imágenes más aquilatadas en la memoria de los vecinos del barrio viejo en los últimos 60 años, aparte de la concatedral, es la de Antonio Suárez Dávila sentado, haciendo cestos.
No hay duda de que una de las imágenes más aquilatadas en la memoria de los vecinos del barrio viejo en los últimos 60 años, aparte de la concatedral, es la de Antonio Suárez Dávila sentado, haciendo cestos.
¿Qué se esconde tras las paredes de cada casa? Vimos cómo vaciaban para su rehabilitación ese inmenso edificio pétreo del número 4 de la Plaza de la Constitución, en donde anidó tanta vida.
En la calle Oliva, 10, junto a los recios muros de la iglesia Colegiata, está el restaurante Cre-Cotté pero en sus pisos superiores ahora rehabilitados hubo veraneantes que vincularon a Vigo con el famoso Crimen de Fuencarral.
Tiene más de cien años y al menos hasta hace poco andaba enhiesto por las calles del barrio viejo. Paco Pérez, cuya casa mira a la Plaza da Constitución.
¡Ah, castillo de San Sebastián, qué (poco) fuiste, qué quedó de ti y qué eres ahora! Paseo por lo que queda del Castillo de San Sebastián con José Alemany, que vive en una de sus faldas, y me pregunta para qué sirvió esta fortificación salvo, siglos más tarde, como punto de encuentro de yonkis y demás gente marginal.
Pocas calles tan “mariñeiras” como la “Anguía”, que busca a la Real desde Pescadores. Si ves desde arriba el trazado de esta calle te das cuenta de que la vieja ciudad de Vigo es muy gustosa por las esquinas.
¿Quién podía suponer hace solo un puñado de años que la rehabilitación de la Subida ao Castelo, y su extensión hacia la calle Hortas iba a descubrir calles tan pintorescas?
Sigue siendo a estas alturas de 2015 la recuperación arquitectónica y habitacional del Berbés un reto pendiente, resuelto solo en gran parte aunque contemplada con ilusión en su totalidad.
Conocí ya en horas bajas por la edad, cuando un infarto cerebral le obstaculizaba el habla, a Pedro Díaz, autor entre otros libros de “La caracola de piedra”, un clásico que te aproxima con el corazón a la vida y obra del Vigo Vello.
Si tú visitaras la Praza da Constitución hace solo 15 años nada apenas verías de la explosión actual de terrazas, que casi devoran el camino al paseante.
¡Qué bella esta plazuela! No hace falta mucha imaginación para retrotraerse en el tiempo y situarse en lo que sería el Vigo de hace 300 o 400 años cuando entras en la recoleta Praza dos Pescadores.
Son los arquitectos del plan de rehabilitación del Casco Vello vigués. Los edificios también tienen alma, a veces deteriorada por el tiempo, y es entonces cuando a los médicos gerontológicos dispuestos a rehabilitarla los llaman arquitectos.
Ella dice que no es de ninguna parte pero lo cierto es que salió un día de Toledo, donde no cumplió más de 17 años, para recorrer los mercados de España con su alma artesana.
Gabriel García Márquez escribió “Memorias de mis putas tristes”, Yasunari Kawabata “La casa de las bellas dormidas”, Fernández de Moratín “El arte de las putas”… mucho se ha escrito sobre este duro oficio de tapadas aunque está por escribir una crónica sobre la ocupación cultural de las casas de lenocinio, holganza y malvivir
Uno de los que apostó por el barrio de la Herrería y su calle Hortas es el funcionario Jorge Casal, que habita un ático por el que entra toda la ría y hace aguas la mirada.