Evita: setenta años de la presencia de un mito en Vigo

El próximo 19 de junio se cumplirán 70 años de uno de los acontecimientos más multitudinarios que se recuerdan en la historia de nuestra ciudad y que se desarrolló en buena parte en el ámbito y  las proximidades del Casco Vello: la visita a Vigo de la icónica figura de Eva Duarte, la mujer del presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, universalmente conocida como Evita.

Eva Duarte de Perón, “Evita”.

 Para explicar el entusiasmo generado por el periplo de la líder de los “descamisados” hay que hacer el esfuerzo de situarse en el contexto de la España de los años cuarenta del pasado siglo: un país que no consigue salir del retraso consecuencia de la guerra civil, aislado internacionalmente y con graves problemas para obtener los suministros más básicos. El gobierno de Franco se volcó, por tanto, en dorar al santo por la peana , ya que la influencia de Eva Duarte sobre su marido era bien conocida, y movilizó todos sus recursos para que la presencia en cada uno de los puntos del país que visitó durante los casi quince días que duro su estancia se convirtiera en un baño de masas y Evita apoyara el envío de trigo y otros alimentos en condiciones ventajosas para nuestro país. Así, la gira incluyó Canarias, Cataluña, Toledo, Villa Cisneros, Granada, Zaragoza y, en Galicia, Marín, Pontevedra, Santiago de Compostela y Vigo.

Evita, flanqueada por las autoridades, en el estrado del Berbés desde el que se dirigió a los “productores”.

 La presencia de la esposa del presidente argentino en nuestra ciudad convocó una gran multitud en la zona portuaria del Berbés –los periódicos de la época hablaban de 60.000 productores- ya que en el amplio programa de tributos que toda la nación rindió a la “ilustre” invitada Vigo había sido escogida como escenario del reconocimiento de la gente del mar. Eva Perón llegó a la explanada portuaria alrededor de las seis y cuarto de la tarde acompañada de un nutrido séquito entre los que figuraban los ministros españoles de Marina y del Aire. Desde el estrado levantado para la ocasión se dirigió a los asistentes incidiendo en la que sería una de las ideas centrales durante su visita: la de que al igual que en Argentina, en España se debería luchar por una sociedad con “menos pobres y menos ricos”. No se sabe si fue  por atraverse a expresar esta cuando menos sorprendente opinión en la España de la época o por otros motivos de índole personal y político, pero lo cierto es que, a pesar de los ímprobos esfuerzos de la propaganda oficial por disimularlo, las altas instancias del Régimen y muy especialmente la esposa del entonces jefe del estado, Carmen Polo de Franco, a quien su marido había asignado un importante papel como anfitriona que implicó acompañar a Eva Perón en numerosos actos, suspiraron aliviados cuando la argentina tomó el avión que puso fin a su visita a España.

Fotografía de Pacheco de Eva Duarte en los jardines del Pazo de Castrelos acompañada de varias “damas” de la sociedad viguesa.

 Pero volviendo a la estancia del mito político en nuestra ciudad, Eva Duarte visitó la denominada Casa del Pescador, donde recibió a las delegaciones de las cofradías de pescadores, encabezadas por el Marqués de Valterra,  “jefe nacional  del Sindicato de Pesca”  y presidente del Instituto Social de la Marina . También escucho la alocución del sindicalista marinero Jose Costa Alonso que solicitó su intervención para defender a los marinos gallegos que faenaban en el banco austral.  No faltaron las habituales ofrendas en forma de figuras de labradores y embarcaciones tradicionales gallegas, ni la actuación de  coros infantiles; posteriormente se desplazó al pazo de Castrelos, donde dormiría esa noche, para prepararse para la cena de gala de setenta y dos comensales que le ofreció la corporación viguesa, presidida en ese momento por el alcalde Luis Suárez-Llanos.  Al acabar la misma, a la una de la madrugada, aún tuvo ánimos para acudir a un baile organizado en su honor en el Club Náutico de Vigo que incluyó una representación folklórica en la explanada de las Avenidas así como un espectáculo de fuegos artificiales: desde luego todo un acontecimiento  en una sociedad como la viguesa -y como la española en general- que aún atravesaba los años duros del aislamiento del Régimen surgido de la guerra civil.

O novo Casco Vello de Vigo

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